Un día en
que me puse a pensar y me colgué de las tetas de la vida. Tocando, y tocando,
una teta me dijo que era al pedo seguir sufriendo por algo que no iba a llegar.
Yo me la quedé mirando, y me di cuenta que tenía razón.
Cuando me
descolgué, quise poner en práctica un nuevo plan de vida: vivir sin ataduras,
sin compromisos, feliz.
Salí a la
calle, y caminando me encontré con un nuevo local. No era cualquier local, era
EL local; el local donde regalaban amores, estrellas, nubes, y risas. Después
de salir de ese local, seguí caminando, y me senté en el café Life is a Cabaret. Very free me sirvieron una taza de
calenturas.
Al terminar
la taza, me levanté, y seguí caminando. Iba muy suelta, muy en la mía, cuando de repente, me
tropiezo con un hombre. Era un hombre igual a los demás, insensible, optimista,
cagador de vidas, y con cara de pelotudo.
Inútil era
preguntarle el nombre, ya que no me interesaba en lo más mínimo. Y así como si
nada, sin que yo le pregunte, me empezó a hablar de él (típico en un hombre, el
egocentrismo es vital).
Después de
dar su autobiografía, intentó con el chamuyo no elaborado, ¿Cómo te llamas?, ¿De dónde sos?, ¿Alguien alguna
vez te mencionó lo linda que sos? Sí, ¡idiota! Cada hombre que se
cruzo por mi vida, no olvidó ni una de las estúpidas preguntas que vos me
hiciste. ¿Porqué no jugamos al "sin
repetir y sin soplar”? No quiero hacer de esto, un texto feminista,
pero es claro que todos los hombres usan las mismas palabras para llevar una
mujer a su cama. O a caso, ¿alguien tiene la valentía (o la cara dures) de
negármelo, de refutármelo?
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